...Seudo-Sonrisas...

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SÍ, tal vez tengas razón, estas palabras valen poco cuando un cataclismo interno te obliga a cerrar herméticamente los labios; cuando todo por dentro queda reventado y se siente compungido; cuando todo pareciera estar en un continuo ordenado caos; cuando la artista boca atrevida -tan equilibrista y circense- oculta amargura pura en su saliva y exalta tristeza contenta en la superficie más rosácea de los labios… y, pues… suelta una majestuosa sonrisa… así… espontáneamente…


¡Ojo!, no hablo de una sonrisa cualquiera, sino una de esas elegantes y llamativas, como las que envidia todo el mundo, como en las que te quedas pensando todo el día para hallar la respuesta a la duda de: “¿cómo puede sonreír con tantas ganas?”...

¡Sí!... una simple sonrisa de teatro -incluso hasta a veces, demasiado sobreactuada-.

Y sigo cavilando… que tal vez tengas razón, porque estas palabras -que sólo sobreviven por el momento en esta hoja de recuerdos- terminarán irremediablemente en las cenizas, sumergidos en la nada -para algo-, o en los fantasmas que nadie ve -pero que existen-.

Esta hoja, que quizá sólo el espíritu de un árbol la recuerde –porque aunque no despida su oxígeno, queda su alma latiendo en el aire-,… esta hoja me dio el poder de confesarme; un dichoso poder de desahogarme y hundirme por un tiempo, en indagaciones que jamás tendrán respuesta, pero que sí conseguirán a cambio un poco de alivio y respiro.

Esta hoja, que en algún momento formará parte del suelo, es quien me conoce un tanto más que yo -aunque sea solamente yo la que la escriba-… y esta hoja acompañada de este lápiz, son los que verdaderamente me sienten -incluso, más que yo, aunque sea mi mano quien realmente dirija los trazos-…

Ellos conocen las tristezas, las de aquellas sonrisas que practico en el espejo antes de acostarme; las que al despertar ando mirando a ver cuál me pongo en el día: “Tal vez me convenga ponerme una sonrisa gigante que muestre todos, o quizás algunos, de mis dientes –la hilera de arriba, o la de abajo o bien ambas-; o una de esas que se hace la tímida y que con un gestito apenitas se arriesga y accede a curvarse; o quizá una de esas tan parecida a la luna creciente, y que con un poco de picardía, se inclina hacia un solo costado, como pluma acariciando la mejilla o como gancho que se te clava en la comisura de los labios y te lo tira hasta hacerte rozar el cielo infinito”…

Pero de todos modos, no importa cuál, lo importante es que todo luzca sonriente, aunque un dejo de tristeza y de cansancio te crucifique los ojos –sin embargo, con un poco de entrenamiento, la mirada también aprende a falsear sonrisas, algo que todavía me cuesta, pero sigo en el intento-…

Y sí… no tiene importancia, después de todo, es sólo un ejercicio artístico sonreír… no preocupa que la vida se vaya, pues se irá aun si me niego; lo importante es disimular las angustias diarias y ahogarlas ofreciendo tragos de gestitos felices a los que te miran.

Pero al pensar en todo esto, digo que en algo… ¡No!… ¡No tienes razón!… pues si quieres conocerme erdaderamente, no me mires los labios ni los ojos… sólo mira mi espejo…

¡No!... ¡no ése!... sino éste…
-------------------------->... el papel en el que escribo…

Mi tiki, esta lectura me hace recordar las muchas veces que finjimos una sonrisa por compromiso, o simplemente por la hipocrecía que muchas veces se hace compañera, en momentos no muy gratos o por la terrible apariencia, sería bueno nunca reir finjido ayyyy pero como cuenta, tantas veces lo hacemos que perdemos la cuenta, gracias Nori por esta interesante lectura y prosita, besos!

Norita,no ahondare mucho en el mensajito que te escribo,esta mano anda dando guerra...
Solo decirte que tu aportacion es muy especial;
gracias!!! por compartir.

Te dejo una sonrisa de oreja a oreja Y muy real



Saluditos nenas.

Sinceramente...
Martha