EN LA TORRE DE BABEL.
(a veces escupo, cuando tengo ganas...)
En la torre de Babel, el tiempo
no es el devenir donde se anudan
las palabras, sino su reverso, la hora
del sueño del fantasma de la eternidad,
una anomalía de sobrevivientes, donde
los lenguajes puros empecinadamente
humanos, saben que el tránsito implica
atravesar lo incierto,
el extrañamiento del mundo, donde
ellos no tensan el lenguaje para
determinar sensaciones, lo dan todo
porque dan lo que sienten, son las
puertas de la torre, por las cuales
entro y escribo, pero la torre
tiene las miserias del mundo, también,
una escritura de total menesterosidad
desheredada de toda transparencia,
ejercida con lo escaso, con la miseria
como cualidad, sin tomar conciencia
de esa precariedad, de que el absoluto
esta mas allá del sintagma, de que la
plenitud le es ajena, y se ve a través
de esa flacura, como un barrilete
desencadenado que filtra la luz y cae.
Son minúsculos insectos que
al reflejar la luz se piensan Ángeles,
machos cabrios de lo virtual
que salen en escenarios y encrucijadas
a comer su vomito, y hacen de este
un banquete de flagrante redundancia,
preocupados por el tamaño
de un sombrero, donde su abundante
mención fatiga por improcedente,
todo es en vano, nesecitan acreditar
u ostentar reconocimientos, trepar
sobre otras plumas para ser leídos,
parecerse a algo, todo es en vano,
no me meto con ellos, ilustres bardos,
su trabajo consiste en decir cada vez menos,
y provocar mas, mientras
cae de la torre la escritura jaqueada,
cae un tiempo vertical
por un muro de distancia infinita,
el viento encerrado en un espejo
con una herida completa, así, yo que
envejezco y se,- por fin- que no es suficiente,
que las salidas están más allá de nosotros,
en todas las distancias, que en el sueño
despertamos una y otra vez, con el
mismo dolor, con las mismas urgencias,
que puedo ser cenizas en un momento,
y que no estaré nunca junto a ellos,
que decido lo que quiero y como lo quiero,
que no pido permiso,
porque el oficio de escribir es opuesto
al oficio de los bufones, estos diferencian
el signo del referente, los significados
de los portadores del significado, estos
escribas de lo justo, se observan con benevolencia
propia de su estado de esclavitud,
y transforman lo sentido en un
escamoteo de lo genuino, contaminan
como ríos podridos las palabras,
perfeccionistas y estériles se solicitan
mutuamente, en su vacua profundidad,
amparados en la cobardía de la distancia
en la impunidad de lo virtual,
escondidos en la torre de babel
no aclaran su compromiso con lo real,
ellos nunca sobrevivirían en mi barrio
donde es necesario poner el pecho a las palabras,
pensaran que crean un epistolario épico
una Carta a los Poderes, y solo aburren,
mientras me ocupo de mi cuaderno de apuntes,
de la vida real, de los amigos, de las estrellas,
y dejo a los escribas corregidores de la torre
de babel, criticando solos como vecinas,
en su hora senil……