Perderme entre tus mágicas manos
arboledas de mi vereda... tus brazos extenuados
tus besos.... la delicia de mis deleites
tu lengua el áspid que enamoró mi boca.
Tu pecho el hechizo de mi silueta
escudo de mi imperio tu vientre,
y tus ojos enmielados
el alimento de mis noches avispadas
tus palabras... el aliento
para mi dormida alma...
Desquiciada en tus labios
encontré sitio seguro
y juntos nos unimos el pensamiento...
en los corceles de nuestro ensueño
cabalgamos los deseos,
y en el desquicio del anhelo, nos ataron
de manos presurosas
insinuantes, propias,
solo nuestras.