Agua de sombras
vestida de extraño ropaje,
que envuelve el perfume
de la calle habitada por un río
eléctrico y cristalino.
Sombra de ensueño
cada vez que se abre un mar
por la delgada línea de sus ojos
con un valle umbrío de piel coronado.
Agua de bosque tan serena
su silencio trama la ficción
incendiaria de la palabra
en donde se convoca la mirada
del que sin vigilia solitario sueña.
Grisura de epidermis
aun en la llama y la danza
de los trenes, del gentío
revueltos de inquietud
ya que humedece
oscura el agua.
A María, que siempre callaba...