Recuerdos vienen a mi memoria,
Me envuelven aislándome de la realidad,
Un dolor inmenso atraviesa el horizonte,
Son pisadas de caballos alados que vienen por mí.
Tormentas de polvo vulneran mis ojos,
Oleadas de lágrimas queman mi rostro,
Siniestras sombras que se nutren de esta tristeza,
Profundas ausencias que habitan en mi alma.
Sol que siempre brillas en mi ventana,
Porque te alejas y me dejas sin mañanas,
Donde están las aves que al amanecer me acompañan,
Porque solo escucho un doblar de campanas.
Amigo mar, dame tu fuerza,
No me dejes avanzar en tus entrañas,
Que las conchas de nácar en mis manos blancas,
Se conviertan en fuertes anclas que a esta vida salvan.
¿Y tú donde estás, guardián de mi cordura?,
Porque a este abandono me condenas,
Ven entre sueños a devolverme la sonrisa,
Dale tersura a este corazón hecho remiendos.
Vida insensata, cruel, porque te ensañas,
En robar la tibia paz que en mí pecho anidaba,
No me enfrentes nuevamente a ver la noche oscura,
A su ausencia que me mata.
Brisa tú que puedes viajar y traspasar fronteras,
Anda y mora en su lápida,
Llévale los olores de todas las flores,
Cántale una canción bonita que le hable de amor.
Lleva mi voz al cielo,
En una sentida oración.
Amores eternos, amores eternos,
Por siempre el de los dos, por siempre tu y yo.
Garlod