Somos los herederos de una lengua, de un lenguaje, que ciertamente se va actualizando a las épocas, a las necesidades del ser humano. Sin embargo asi como la identidad nacional, nuestra cultura y nuestros valores propios que nos identifican a cada quien según su origen y descendencia, el idioma forma parte de toda esa herencia, de toda esa apropiación de nuestro entorno que nos da una fisosnomia como ciudadano y como persona.
Hoy sin embargo parece que esto es un equipaje demasiado pesado y nos estorba, es asi que buscamos deshacernos de él y perdernos en el incierto mundo de la globalización, que no es más que otra estrategia de los grandes poderes económicos para seguir adueñandose de nuestros espacios. Es asi, que las nuevas generaciones de jóvenes hispanos, se esfuerzan cada vez más en maltratar a nuestro idioma y paracerse más a otros (transculturización).
Nos encontramos entonces, con dos situaciones antagónicas pero muy coherentes entre si: El mal uso del lenguaje y la deficiente ortografía. Surge entonces la pregunta ¿cual es el rol de un escritor en todo esto? Ciertamente no estamos en un aula, pero de alguna manera cumplimos una función pedagógica bastante amplia. Somos incluso, paradigmas para jóvenes que nos leen. Por esta razón debemos esforzarnos en que nuestros textos sean trabajados con dedicación, en este sentido. Lo cual no tiene nada que ver con la inspiración, la creatividad ni los sentimientos que al escribir plasmamos, esto en el sentido estricto del uso del lenguaje escrito. Observamos hoy con estupor textos que son dificiles de leer, de alcanzar la conexión con el poeta, escritor, etc. Por el uso indiscriminados de algunas formas que se han desarrollado para privilegiar el uso de mensajes de texto en la telefonía celular, que se han expandido y apropiado de espacios importantes. Un ejemplo palpable es el uso de la k y otras.
Como texto informativo, les dejo este documento para que lo lean con atención y saquemos conclusiones: "Sto s a tííí..." (Por Viviana Coronel)
“Qndo n v? t tño” (¿cuándo nos vemos? Te extraño) “Toi konfdda. Toi n ksa. Ymme” (Estoy confundida. Estoy en casa. Llámame) Parece mentira que la gran mayoría de los adolescentes (sin exceptuar a una minoría de adultos) haya “ideado” este nuevo sistema de signos, conjunto de abreviaturas, íconos y números convertidos en el nuevo juego, en la nueva jerga social. Se trata de una manera rápida e informal de comunicarse entre los individuos. Apunta a agilizar a grandes rasgos la comunicación, pero con el gran defecto de que por momentos hasta puede ser confuso incluso para quienes lo usan con frecuencia.
¿Qué cambios puede generar esta nueva forma de expresarse en el uso diario del lenguaje formal? ¿En qué se convertirá el lenguaje si continúa el uso indiscriminado de este nuevo sistema de signos? Los “msjs” (mensajes) de texto o SMS “Short Message Service, en inglés, o servicio de mensajería corta/breve) es un fenómeno lingüístico y social, producto de las convenciones entre usuarios de telefonía móvil. Consiste en abreviar palabras en la menor cantidad de caracteres o espacios posibles. El problema surge cuando se escriben letras pensando sólo en la fonética que ayuda a comprender el mensaje. Para los jóvenes, ésta es su mayor herramienta, la cual le posibilita estar “knctdo” (conectado) con los amigos y familiares. Y es de aquí desde donde parte el segundo problema en relación al uso incomprensible del lenguaje. Esto es, que en la medida que se acrecienta la circulación y el uso normalizado de esta nueva tipología textual por cada segundo que pasa nace un nuevo código incomprensible y confuso, por ejemplo, se escribe “tm” en lugar de escribir también, “qt1bd” significa en este caso ¡Qué tengas un buen día!, “t kiero!” se expresa en ¡te quiero! o un “tkm” significará te quiero mucho. Suelen también utilizar como recurso de apertura de un saludo “k tl” (¿qué tal?); como cierre a un saludo que se traduce en “muac” o la letra “b”, que simboliza un beso y “srt!” será sinónimo de suerte. Y ni hablar de los acentos y las mayúsculas: no existen. Como tampoco no existen los signos de interrogación y exclamación al principio de la palabra: no es lo mismo “voi” “voi!” “voi?” que ¿voy? Se responde a preguntas afirmativa y negativamente utilizando el uso de palabras como “sip” y “nop”.
Asimismo se acotan palabras como “finde” (por “fin de semana”) “tá weno” (“está bueno”), entre otras y diminutivos como “fotis” (fotos) “okis” (“ok”) “chausis” (“chau”). No sólo sufre cambios morfológicos sino que también se presenta la supresión de las vocales: se reemplazan la “Y” por la “LL”, la “k” por la “c” y la “q”, la preposición “por” por la letra equis “x”. Otro caso similar es la “H”, la letra literalmente muda, es ésta y no otra la letra invisible en los mensajes de texto, en la pantalla del teléfono móvil, en el mal uso del lenguaje; un ejemplo claro es el “olis” (“holis”, otro diminutivo) “oi” (hoy). Se comete también otra atrocidad semejante y frecuente: mezclar letras y números dentro de una misma unidad, en una misma palabra, en un mismo signo, y hasta se suele reemplazar a una palabra por un número para significar lo mismo o lo cercano a ello. A esto se le suma el uso de emoticones, símbolos que reemplazan frases y palabras, construidas por caracteres ortográficos que representan una emoción particular
L (triste),
J (contento), etc.
Estos códigos son producto de las convenciones que se establecen de manera arbitraria dentro de la sociedad. Este mal uso del lenguaje no sólo lo destituye sino que lo deteriora a medida que van surgiendo nuevos códigos. Esto provoca que este lenguaje precario e incomprensible lograra llegar al ámbito más frecuentado por los jóvenes: Internet. La Asociación de Usuarios de Internet y varias de las empresas de telefonía móvil crearon un diccionario SMS, llamado “Exo x ti y xa ti”, en el correcto código “Hecho por ti y para ti” (http://www.diccionariosms.com), sitio que frecuentan a diario miles de jóvenes, logrando con ello el entorpecimiento de la “lengua madre” y hacer de ese nuevo código un contagio a modo de epidemia entre los demás adolescentes. Cuestión que alerta desde cualquier lugar que se lo mire. Esta circunstancia trae como consecuencia fallas, pérdida y olvido de la correcta y formal escritura debido a que muchos jóvenes olvidan cómo se escribe y cuáles son las formas correctas de escribir. Esto demuestra que el teléfono celular ha logrado transformar los sentidos del hombre, en tanto, el hombre habla con los dedos y escucha con los ojos. Este conjunto de atropellos me ha llevado a concluir factiblemente que la realidad que estamos viviendo es a “tííí…”
González Catán, Buenos Aires, Argentina