FELIZ CUMPLEAÑOS

La sala estaba perfecta. Se había preocupado muy a conciencias de que todo estuviera a punto. El suelo brillaba reluciente, como un lustroso espejo que reflejaba hasta el más mínimo detalle. Desde el balcón, la iluminación de la tarde se dejaba traspasar entre los visillos de encaje blanco, que balanceados por la brisa, otorgaban un matiz realmente encantador a la estancia. La mantelería de la abuela flamante y almidonada, daba un toque especial. En cada lateral de la mesa, gobernada por dos candelabros de bronce, coronados por seis velas torneadas y en el centro un ramo de rosas rojas, introducidas en un jarrón de cristal de bohemia, hacían que aquella preciosa mesa luciera en su mayor esplendor.
Lena esperaba la llegada de Luciano. Desde la terraza, atisbaba la totalidad de la avenida. Las luces de las farolas empezaban a iluminarse.
Desde el reloj de la iglesia se escuchaban las campanadas de la hora punta. Pasadas las seis de la tarde Luciano llegaba del trabajo.
-Que tal cariño ¿como te fue el día?
Luciano le concedió sin mucho afán, un saludo con suma frialdad -Ha sido agotador, estoy realmente cansado. Solo deseo recostarme en el sofá un rato.
Lena, se lamentaba a menudo de que el trabajo de su marido le tenía muy aislado de sus obligaciones conyugales.
-Descansa un rato querido, espero que para la cena hayas reposado lo suficiente, preparé algo muy especial para celebrar tu cumpleaños.
-¡OH, gracias querida! no debiste de haberte molestado tanto.
-Ya sabes que para mí no son molestias, estaba deseando de que llegara el día de hoy para compartir contigo esta fecha tan especial.
Se hizo un riguroso silencio, solo se percibían los chasquidos de leña que se abrasaban en la majestuosa chimenea que gobernaba el aposento. Fue un momento tenso que Luciano rompió al instante.
-Tengo algo especial que contarte.
El tono con el que se expresó, a Lena le pareció distinto. Miró a los ojos de su marido, pero su mirada se mostraba desafiante.
-Pero cariño ¿ocurre algo?
-Me he prometido a mi mismo, que de hoy no pasa, siéntate, escucha y procura no interrumpir, esto no es difícil para mí.
Extrañada, pero preparada para escuchar, se dejó caer casi sin fuerzas en un sillón orejero, junto a la chimenea.
Luciano, permanecía con la mirada perdida en la lumbre mientras se dirigía a su esposa.
-Veras, no quiero que hagas un drama de esto, solo piensa que ha veces ocurren estas cosas y es mejor no culpar de nadie.
-¡Pero Luciano, me estas asustando!
Cabizbajo, relató sus motivos esposa. Lena, mientras escuchaba a su marido, interiormente, poco a poco iba entrando en cólera, sus ojos enrojecidos parecían salirse de sus orbitas, pero no dijo ni una sola palabra.
Cuando terminó de revelarle sus motivos a su esposa, en su rostro se evidenciaba un gesto de bienestar y descanso. Ella desconcertada, sin mostrar el más mínimo resentimiento, se levantó del asiento y le acercó a su marido la pipa que acostumbraba a fumar, acto seguido se encaminó hacia la cocina. En la amplia encimera de mármol blanco, permanecía a punto, la pata de cordero que degustarían en la cena, junto a la bajilla de porcelana fina, que esperaba paciente su turno. Ella lanzó una ojeada al entorno y sin meditarlo giró la llave del gas. Serena tomó el abrigo, abrió el portón posterior y salió del aposento encaminándose hacia la tienda de licores.
El aire fresco que le acariciaba el rostro la sosegaba.
- Que tal señora, ¿en que le puedo ayudar?
-Déme el mejor champagne que tenga, hoy es el cumpleaños de mi esposo y quiero celebrarlo como se merece.
-¿Le parece bien un Moet Chandon?
-Ese será perfecto.
- Déle recuerdos su esposo.
- Gracias, Fredy
Mientras se despedían en la lejanía se escuchaban sonidos de sirenas.
¿Que ocurrirá?-Comentó Fredy.
Lena, encogiéndose de hombros respondió-Ni idea.
Desde lo lejos se podía atisbar una espesa humareda que revelaba la posición del desastre. Ella, sosegada sin más premura se encaminó hacia su morada.
Durante el trayecto tuvo la oportunidad de saludar a algunos conocidos, mostrándose muy templada.
El sonido de las sirenas no daba tregua pero ella, ni se inmutaba.
Llegando a su domicilio se encontró con un verdadero caos, coches de policías, ambulancias y bomberos invadían su entrada. Al ver semejante escena comenzó a exhibirse muy alarmada. Entre sollozos y gimoteos, preguntaba extrañada.
-¿Pero que ha pasado?, díganme, por favor, ¿que ha pasado?
La policía trataba de tranquilizarla sin éxito. Mientras tanto, los bomberos trataban de apagar las enormes llamas que salían desde las ventanas de su vivienda. Ella, angustiada repetía una y otra vez…-¡No, por favor, por favor mi marido está dentro! la policía se mostraba cordial con la pobre señora, dadas las circunstancias. Su ataque de ansiedad era evidente. La introdujeron dentro de la ambulancia para ofrecerles los primeros auxilios e intentar apaciguarla. En un momento de sosiego Lena, observando la botella de champagne mientras se secaba las mejillas, ocultó con el pañuelo una leve sonrisa diciendo entre diente. Feliz cumpleaños querido.

Margary.