El hombre es universal. De alguna u otra forma es participe de los sucesos del universo, entrañablemente existe unidad entre este y la mas lejana estrella. Devido a esto el poeta debería cantar al cielo helevado, a las luces y astros celestes no como una manera de hidolatría, sino mas bien como una alabanza a Dios su Creador.
El crear poesía motivado por los asuntos terrenos, por la cotidianidad de la vida, es algo propio de personas que viven en este mundo y se asombran en la exquisita costumbre de los días.Estos mensajes son propios, nuestros, cercanos, amablemente conocidos o amargamente olvidados.Esta es poesía terrenal, es deliciosa poesía.
No reniego de ello, yo mismo en la mayoría de mis escritos declaro sobre temas terretres, pero el poeta debería en su potente vuelo alcanzar nuevas alturas, trancitar en territorios mas elevados donde el tiempo y el espacio toman estructuras diferentes.Ese es el terreno del Cosmos, de las lunas, las estrellas, las nebulosas, los ajugeros negros, las galaxias,ect.
Aquello también es parte de nuestra realidad general, una realidad poco conocida y hablada.El poeta que se limita al panorama terrenal en sus creaciones, de alguna u otra forma le amarra las alas a su imaginativa creatividad, la esconde y retiene de otras dimenciones.Dimenciones que resultan reales y encantadoramente motivadoras en su inspiración.No mirar a lo alto en la noche es desconocer nuestra pequeñes y ensimismarse en esta pequeña y fenomenal tierra.