Palabras.
Si mi corazón ya no da mas, antes del amanecer, donde los intentos mueren, y los perros vagabundos ladran a la luna, ladran a la muerte, si el tiempo es un acero pesado que gotea , en la extraña mezcla de lo cotidiano con lo eterno, el reverso de las ficciones, donde la ciudad llora los fantasmas, donde sucede la muerte y los restos de la vida yacen en un catalogo de ventas, de ofertas, de saldos, son las ruinas en la góndola de un supermercado, paquetes congelados de sueños, heridas digestivas, los restos de lo humano, paradojas entre los hombres y las cosas, mientras la burocracia se alimenta de vaciamientos y pobreza, mientras tu mirada, mientras eso por lo cual peleo, es un grito,
son los pibes descalzos afuera del mercado, son las bocas afuera
de la comida, son los cuerpos ensangrentados lejos del pan, sobre la vereda, son cuatro agujeros, son cuatro disparos, son cuatro jinetes desbastando las regiones del sueño, Federico dice, bisturí de cuatro filos, Vallejo dice, hasta qué hora son cuatro estas paredes, y yo no se, esta muerte desaparecida, miserable siniestra, ejecutada detrás de los mostradores, esotro que es ausencia y camina al costado, me mutila la boca la risa la palabra, este poema no dice, porque en el horizonte el mundo termina en llamas, en el portazo del hombre sobre el hombre, en los sonidos oscuros de la madera y el bronce,
Este poema convoca un ojo de pájaro en el estuario de mi sombra, crece hasta donde puede, confunde las estrellas con sucios calendarios, tiene mierda en los zapatos,
este poema y su condición de hospicio, su misericordia, pálido estuario de salitres,
donde las estatuas de sangre se relamen en el gozo de sus virtudes, el hambre, lo que llega hasta la boca de la memoria y se me transforma en lágrima, que se transforma en barro, en noche que respira mi pluma dentro de las chapas de una casa,
y desciende por una raíz de sangre hasta la tierra, entre lo que cae se dispersa y extravía y después
de todo, a quien le importa, aquí están las palabras entiérrenlas como gusten, yo se que
se transforman y golpean y escupen y rezan, y vuelven a caer y vuelven a ser aunque nada pierda sus limites, aunque todo permanezca erguido sobre la tierra, es mentira, no hay piedad, hay hombres que se derrumban, hay niños que se derrumban, hay mujeres
que se derrumban, hay escombros humanos en las ciudades del mundo, en una señal firme y discreta del frío, en una nueva mordedura del hambre, mientras el segador desparva heno amarillo, junto a Van Gogh, y los cuervos de la noche, Vincent , arrancan los
ojos a mis palabras, las dejan ciegas, agonizantes, pero no importa, mis palabras no sirven cuando pasan la noche entre cuadernos, solo me sirven cuando sangran, y digo
exploración de cada signo apretado contra otro signo, que se aposenta y me arde, inocente y benigna prisa del latido, que no olvido, qué no quiero olvidar, que nunca olvido, que no se quiere, que no se sabe, que no se puede, un niño que tiembla, y su piecito descalzo, sobre las piedras transparentes que también tiemblan, y mi catalogo de heridas eso que di con mis manos sin saber que, sin manos, también lo daría.
Y es este andar por los pasillos inmensos de mármol del hospital, un sábado a la noche , sintiendo escaleras interminables, hasta la cama donde un niño ya es carne del olvido y mis pasos y mis palabras retumban, y no hay nadie en esta antesala de esperas, en esta cárcel de silencios, en esta batalla de algodones y sueros, estas cicatrices en cada sala, en todo lo que puede caber en una vida, en su vocación de cielo, en la inocente voz de los sueños que no han sido, en los inventarios del fracaso de dios, nunca me alcanzan las manos, son tan extensas las heridas, tan distintas las texturas, entre los hombres los ángeles los niños las cartas del azar y las bestias, que me embisten en los corredores de horizontes donde se persiguen la inocencia y la muerte.
Sin respuestas y en la locura ,voy con los ojos abiertos en la oblicua luz del ocaso, en la confabulación del hombre lobo del hombre, en las infinitas huellas de los asesinos, en la impune migración de la injusticia, allí en la suprema hipocresía, y este poema no dice, y lo que escribo es porque no quiero olvidarlo, porque quiero escribirlo entre el pan y el sudor, entre el olor de la tierra mojada, de los manteles de papel, de las cucharas de madera, de los residuos de la cocaína, del vidrio molido, del paco asesino, de los pibes
acorralados, yo con dos o tres palabras, tachando las ilusiones que me ofrecen los
espejos, en la intima transmutación de una travesía,.. se que seguirán golpeando, pero también se, que a pesar de tanta monstruosidad, día tras día empecinadamente, alguien lo seguirá intentando……
Carajo ¡la esperanza!
que regresa en la niebla y fusila a traición……