¡Hay que si te fueras!
nadarian mis pupilas
se mojarian los flecos
de mis cortinas pestañas,
¡hay que si me abandonaras!
se caria mi corazon a la tierra
y un sable frio incrustarian en mi pecho
y grilletes al asecho
abrasarian mi cuello con sus mandibulas oxidadas
destrozando la manzana
que en él se hallaba,
anudando la respiración
y desviando las aguas
a mis ventanales ojos.
¡Hay si tú no estas!...
te vas aunque tu sombra rebelde
se quede atras,
te vas regalandome tu espalda,
perdido yo en mi propia casa
desollado
en la boca un desierto
mi frente sangre llorando.