Soledad...

Y vives en mí, y yo te abrigo:
“Murmullo de brisas frías
ardiendo en mi cama”.

Tranquila despierto en hondo silencio
que, por momentos, llora tormentos,
que, por momentos, naufraga angustiosa
y se eleva a aniquilar la paz de mi cuerpo.

Es que, por momentos, yo te abrigo
-y te beso-
Te aprieto con mis brazos
-no te suelto-
Es que, por momentos, vivo en ti
–sos mi abrigo-
encerrada en ti quedo firme vegetando
-ahí- en el cuarto impenetrable de tu garganta.

¡Y con dolor me quedo vegetando!
Con la esperanza de que
un grito me expulse de tu voz
-de tu insana y vacía compañía-
O tus caricias lleguen a aliviar
el peso de mi espíritu cansado
-purificándolo con llanto,
protegiéndolo de lo ajeno-…

Solitaria escucho
un murmullo de brisas frías
batiéndose en mi alma.

¡Soledad, a veces para morir,
otras, para llorar y renacer!