La nave salía de la atmósfera terrestre, el manto de nubes y el panorama azul que a la Tierra envolvía sólo eran un poco más altos que el polvo del suelo que pisan todos los hombres. Diez tripulantes en diez asientos remozados para la ocasión, la nave ya antes había sido utilizada para el traslado de diplomáticos desde y hacia Marte cada un año terrestre. No recuerdo muy bien el año, a nadie le importaba el tiempo ni las fechas. Para ese tiempo el planeta de los hombres había sido íntegramente esterilizado, la radiactividad eliminada, la temperatura normalizada, el deshielo controlado, los mares filtrados, la totalidad de los grandes terrenos fueron sometidos a 49 años de descanso. Luego se reutilizaron para el sembradío y cultivo de alimentos y nutrientes. La Tierra se transformo en el invernadero del sistema solar, sólo residían el ella los encargados del trabajo agrícola y los reservistas del Despacho Mundial.
Cuando la nave paso junto a Marte notamos el alboroto del lugar, el centro económico y comercial del sistema cayó en crisis tras los impases territoriales con el vecino Tylo. Los grandes políticos y comerciantes desarrollaban sus labores en Marte, así también la gran masa de trabajadores eran empleados de estos magnates. Todos los días debían viajar desde las lunas Jupiterianas hasta el planeta rojo las actividades productivas.
Después de cruzar sin imprevisto el anillo de asteroides llegamos a Júpiter. Atravesamos las doce capas gaseosas que envuelven a bet-nimra, el pequeño lugar solido ubicado al centro del planeta. Allí los cielos y los ríos resultan ser de todos los colores que forman el espectro, los árboles son tan grandiosos que alcanzan a cosquillear las primeras nubes cristalizadas de la noche. Mañana se ocultará la Tierra tras su luna, en bet-nimra florecerán las nueve celestelias que jure para el cabello de la novia. Una flor en cada frasco, nueve flores para nueve frascos para nueve asientos remozados y claro, yo que retorno al planetoide donde me espera mi amada.